Cristianismo y descivilización de Europa
Dalmacio Negro Pavón [1931] es historiador de las ideas y de las formas políticas, sugestiva disciplina de inspiración germanizante, en cuyo desempeño sucedió a su maestro, Luis Díez del Corral [1911–1998], en la cátedra complutense. Esta cátedra, ya extinguida ((O « amortizada », según el cínico lenguaje de los buro-pedagogos (bureau-pédagogues). Sobre estos pobres diablos, que tan « alto concepto tienen de si mismos », y sobre los profesores universitarios, transformados en « investigadores » y « agentes del cambio » por la mencionada burocracia –cuyas dádivas persiguen rellenando formularios y escribiendo papeles, pues « todo el mundo tiene que investigar, aunque no sepa qué ni para qué y carezca de toda clase de criterios»–, véase D. Negro, Lo que Europa debe al cristianismo. Madrid, Unión Editorial, 2004, pp. 131–32. )) , ha sido hasta 2001, año jubilar del profesor Negro, un punto de referencia para el pensamiento político liberal hispánico. Particularmente en los difíciles años cuarenta, impregnados de la retórica autoritaria nacionalista, y en los ochenta, la década de las purgas silenciosas y legales que los gobiernos socialistas de la época decretaron en las Universidades del Estado. Negro Pavón, de arraigadas convicciones liberales y católicas, no sólo ignoró los envites administrativos de aquellos gobiernos antiliberales, prescriptores del actual, sino que además ha venido transmitiendo a sus alumnos y discípulos –una nueva generación de universitarios ajena a los prejuicios de la cultura izquierdista predominante–, una forma de pensar o inquirir en la realidad acentuadamente política. Freund [1921–1993] la llamó visión maquiaveliana. También nos ha enseñado la pasión por el esclarecimiento del sistema de jerarquías propio de la cultura europea y, en general, de todo aquello que, siguiendo al filósofo Alfred North Whitehead [1861–1947], suele denominar las importancias ((Véase Modes of Thought. Six lectures delivered in Wellesley College, Massachusetts, and two lectures in the University Chicago. Nueva York, The Macmillan company, 1938 (nueva ed. 1985).)) . Esto mismo sigue siendo el contenido de su magisterio actual en la Universidad San Pablo de Madrid.
Dalmacio Negro ha desarrollado una importante obra historiográfica ((Dalmacio Negro es autor de seis libros, de más una veintena de ediciones de textos clásicos políticos y de varios centenares de artículos, en revistas especializadas y en la prensa diaria, medio al que ha dedicado cinco años escribiendo una enjundiosa columna semanal en el periódico La Razón (1999–2004). De todo ello se dirá algo más adelante. Por otro lado, la posición intelectual de Negro Pavón, en una perspectiva abarcadora de toda su obra, resulta ser convergente con la de Gonzalo Fernández de la Mora [1924–2000]. Junto a estos dos, Álvaro d’Ors [1915–2004] completa la trilogía de los escritores políticos más destacados del panorama de la derecha intelectual española de la III Restauración, la del régimen despolitizador de 1978. Su escaso ascendiente sobre una opinión pública adocenada no debe prejuzgar la trascendencia de su pensamiento.)) en la que destaca su vocación por encarar los problemas del tiempo presente. Si hubiésemos de presentar esquemáticamente su pensamiento, sería sin duda una buena aproximación ordenar sus escritos teniendo en cuenta su (a) intimidad filosófica con la historia, marca espiritual de su generación ; su contribución a (b) la hispanización de la tradición liberal, continuación del magisterio de su mentor Díez del Corral, y © la fenomenología del Estado, el más personal de sus empeños intelectuales. Estimamos necesarias algunas precisiones al respecto, pues de lo contrario, podría parecer al lector que el último de sus libros, Lo que Europa debe al cristianismo, es un ensayo excéntrico al núcleo de su obra ((Por lo demás, la teología política, que constituye una de las líneas de ataque de este libro, es un asunto recurrente en el autor. Véanse : D. Negro, « El problema de la Teología política a propósito del nuevo catecismo », en VV. AA., Estudios sobre el Catecismo de la Iglesia Católica. Madrid, AEDOS – Unión Editorial, 1996 ; y « Ontología de la derecha y la izquierda. Un posible capítulo de teología política », en Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, LI, nº 76, 1999.)) .
Estas páginas, que destacan sobre el descafeinado [ la platitude du] panorama intelectual español, han concitado la atención de los sectores católicos españoles más comprometidos con la proyección pública de su fe, al menos de aquellos en los que todavía no ha hecho mella « la inercia, la falta de coraje, el conformismo, el desánimo y la desorientación de las Iglesias docentes » ((Véase D. Negro, op. ult. cit., p. 14.)) ; pero también ha interesado mucho a no pocos lectores laicos, « unos por razón de fe, otros por instinto de conservación » ((Véase D. Negro, op. ult. cit., p. 15.)) , categorías que el autor utiliza curiosamente para referirse, sin mencionarla, a la reacción de una parte de los españoles ante la insensata política anticatólica del gobierno. Esto es : acoso presupuestario (cuestionamiento del actual sistema de financiación de la Iglesia, el cual permite a los fieles destinar a su sostenimiento, libre y voluntariamente, una mínima parte de su cuota fiscal); acoso pedagógico (devaluación de la enseñanza de la religión católica en los colegios, equiparándola a la enseñanza del Islam, considerada también « religión de notorio arraigo », sic); acoso constituyente (transformación del principio político de la aconfesionalidad del Estado en laicismo); y acoso legislativo (pretensión de ampliar los supuestos del aborto ; proyecto de ley autorizando los « matrimonios homosexuales » con « derecho » a adoptar niños ; revisión de los Acuerdos Iglesia-Estado de 1979). Compendio de todo ello es la hostilidad cultural (Kulturkampf) de la secta gubernamental hacia la tradición católica nacional, elemento tectónico en la historia de España pero que los intelectuales a sueldo del establishment suelen presentar, propagandísticamente, como un episodio superficial, accidental, epidérmico ((Con razón ha visto Dalmacio Negro que, en estas circunstancias, a una razón religiosa elemental (defensio fidei) se superpone, en muchas gentes de sentido común, una razón política práctica : la voluntad de defender también un modo de vida valioso, del cual es un ingrediente muy importante la religión de los padres. En España, por cierto, la pasión anticatólica y la manía laicista aparecen siempre mezcladas con las actividades masónicas. De enorme interés : César Vidal [1958], Los masones. Barcelona, Planeta, 2005. También Ricardo de la Cierva [1926], La masonería invisible. Madrid, Fénix, 2002. )) .
La intimidad filosófica con la historia
Es característico de los universitarios españoles, maestros y discípulos, del tercio medio del siglo XX lo que Pedro Laín Entralgo [1908–2001] llamó la « intimidad con la historia ». Las ciencias humanas, en particular después de la Guerra civil, se vieron en España sometidas a un proceso tan intensivo como fecundo de historificación. Se acusa así recibo del choque con la historia, que en Alemania tuvo como capitán a Wilhelm Dilthey [1833–1911]. El involuntario patrón hispánico de ese vasto movimiento, asunto que, por cierto, a nadie se le ha ocurrido estudiar sistemáticamente, fue el filósofo católico Xavier Zubiri [1898–1983]. Precisamente, los ecos de su bellísimo ensayo de 1944 sobre « El acontecer humano » todavía pueden escucharse en España en escritores como Dalmacio Negro ((Véase X. Zubiri, « El acontecer humano. Grecia y la pervivencia del pasado filosófico », en Naturaleza, Historia, Dios. Madrid, Alianza Editorial, 1987. Cfr. D. Negro, Lo que Europa debe al cristianismo, p. 202.)) .
En la obra de Negro Pavón aparecen trenzadas, desde sus primeros trabajos, las incursiones hacia la historia de las ideas, la historia del Estado y las transformaciones de lo que ha denominado « modos del pensamiento político » ((Sobre esto resulta de gran interés D. Negro, « Modos del pensamiento político », en Anales de Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, XLVIII, nº 73, 1996. Su visión de los modos de pensar que denomina « eclesiástico-político » y « estatal », de sus divergencias en los albores de la Edad moderna y, por último, de la estatificación del pensamiento eclesiástico durante el último siglo, constituye una original aproximación a los problemas de la Iglesia contemporánea. )) . El profesor madrileño ha traducido y anotado, sobre todo durante los años 70, importantes obras políticas como De la democracia en Francia de François Guizot [1787–1874], La física social de Auguste Comte [1798–1857], o La constitución de Alemania de Georg W. F. Hegel [1770–1831]. Mas no deben olvidarse sus ediciones de John Stuart Mill ((Valga como ejemplo su edición de J. S. Mill, Sobre la libertad y Comentarios a Tocqueville. Madrid, Espasa-Calpe, 1991.)) [1806–1873], personaje trascendental en la historia de las ideas, pues es el gozne alrededor del cual el liberalismo clásico es « socializado » por el humanitarismo de la segunda mitad del siglo XIX, hasta hacer de él, como pretendieron Eduard Bernstein [1850–1932] y otros socialdemócratas, una suerte de socialismo imperfecto. De hecho, Negro Pavón se ocupó en su primer libro, precisamente, de la encrucijada intelectual de Mill hijo ((Véase D. Negro, Liberalismo y socialismo. La encrucijada intelectual de Stuart Mill. Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1975.)) . Le siguió un estudio sistemático de la filosofía comteana ((Véase D. Negro, Comte. Positivismo y revolución. Madrid, Cincel, 1985.)) . A partir de ese momento, la historiografía de las ideas fue cediendo en él la vez a los problemas planteados por la forma política estatal ((Mas no por ello abandona la historiografía de las ideas, en él vinculada siempre al estudio de los escritores políticos más relevantes. Véanse D. Negro (editor), Estudios sobre Carl Schmitt [1888–1985]. Madrid, Fundación Cánovas del Castillo, 1986 ; « Prólogo » a Bertrand de Jouvenel [1903–1987], Sobre el poder. Madrid, Unión Editorial, 1998 ; « Montesquieu, Kritiker des Wohlfahrtsstaates avant la lettre », en Paul-Ludwig Weinacht [1938] (editor), Montesquieu 250 Jahre ‘Geis der Gesetze’. Beiträge aus Politischer Wissenschaft, Jurisprudenz und Romanistik. Baden-Baden, Nomos Verlagsgesellschaft, 1999.)) . Tuvo que influir en la modulación de su actitud el estudio de Leopold von Ranke [1795–1886], cuyo libro magistral Sobre las épocas de la historia moderna ((Madrid, Editora Nacional, 1981.)) tradujo y prologó ampliamente. De Ranke proceden sin duda los preconceptos que sustentan su teoría histórico-política : la « ocularidad » como característica del saber propio de los historiadores y la presunción de que la historia política es la historia par excellence ((El historiador, para Ranke, ha de ser ganz Auge, « todo ojos ». Profundo conocedor de la historia del Papado, Ranke vio la historia de Europa como la historia de las cinco grandes naciones reconocidas en el Concilio de Constanza en 1414 (Francia, Inglaterra, España, Alemania e Italia). Uno de sus conceptos más polémicos, sobre todo por su explotación nacionalista, es el de Gran potencia (Gross Macht). El influjo de Ranke en España ha sido tardío, pero ni mucho menos despreciable ; véase la exposición de J. Molina, « Javier Conde y Leopoldo Ranke », en Empresas Políticas, nº 1, 2002. En francés : L. von Ranke, Histoire des Osmanlis et de la monarchie espagnole pendant les XVIe et XVIIe siècles. París, Débecourt, 1839 (18452ª, 18732ª); Histoire de France, principalement pendant le XVIe et le XVIIe siècle. París, F. Klincksieck, 1854–1889, 6 vol.; y Histoire de la papauté pendant les seizième et dix-septième siècles. París, Robert Laffont, 1986.)) .
La investigación sobre la Estatalidad es abordada por Negro Pavón desde una doble perspectiva. Por un lado, se ocupa de la singularidad de la forma política española, la Monarquía hispánica, enfrentada agónicamente al Leviatán europeo. De otro, sus trabajos constituyen también, en sentido estricto, una historiografía del Estado como forma política de la modernidad europea.
Un liberalismo hispanizado
El modo de pensar político de Negro Pavón atiende a las determinaciones imperiosas (naturales) de lo político, pero al mismo tiempo es consciente de las posibilidades abiertas por la concepción europea de la política, la del realismo político, actitud espiritual que en su concepto resulta equivalente a la tradición liberal ((Sobre la afinidad entre realismo político, neomaquiavelismo y liberalismo conservador pueden verse las muy interesantes acotaciones de Sébastien de la Touanne, Julien Freund, penseur ‘machiavélien’ de la politique. París, L’Harmattan, 2004, espec. pp. 38–39 y 331–21.)) . Lo político, en este sentido, es un haz de posibilidades entre las que elige la política, rechazando unas y desarrollando otras. En uno de sus libros más importantes, La tradición liberal y el Estado, que constituye su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas ((La tradición liberal y el Estado. Discurso leído el día 8 de mayo de 1995 en el acto de su recepción como académico por el Excmo. Sr. D. Dalmacio Negro Pavón y contestación del Excmo. Sr. D. Gonzalo Fernández de la Mora. Madrid, 1995. Reimpresión : Madrid, Unión Editorial, 1995.)) , ha examinado la tradición liberal a partir de las aportaciones que, en su opinión, la han fundado : la tradición política de Grecia, la tradición jurídica de Roma y la tradición cristiana del gobierno limitado ((La preocupación por los elementos de la cultura europea es una constante en su obra, deudora también en este punto de los estudios precursores de Díez del Corral. Véanse D. Negro, « El carácter pragmático de la cultura europea y sus elementos », en VV. AA., Estudios históricos. Homenaje a los profesores José María Jover Zamora y Vicente Palacio Atard. Madrid, Universidad Complutense, 1991 ; «¿Qué Europa ? ¿Qué España ? », en Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, vol. LIII, nº 78, 2001, y « Lo que Europa debe al cristianismo », en Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, vol. LV, nº 80, 2003. En este último texto, ampliamente desarrollado, tiene su origen el libro del mismo título del que aquí nos ocupamos. Sobre Díez del Corral : D. Negro, « La obra y el pensamiento histórico-político de Luis Díez del Corral », en Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, LIV, nº 79, 2002. )) . Con respecto a esto último no carece de interés recordar que como reacción ante la concentración estatal del poder que comienza a gestarse en la Baja Edad media, « comenzó a metamorfosearse la idea de origen eclesiástico de que todo gobierno tiene que ser limitado, en específicamente liberal » ((Véase D. Negro Pavón, La tradición liberal y el Estado, p. 126.)) . Que estas ideas prendieran anticipadamente en los ambientes protestantes tiene que ver, según el autor, con los avances de la Estatalidad en los Principados que se justifican políticamente por la confesión de la fe reformada. Ahora bien, la tradición liberal, al incidir sobre ella el Estado, la forma política genuinamente moderna, ha experimentado notables alteraciones. Pueden distinguirse por ello dos grandes familias liberales, divergentes a todos los efectos : el liberalismo político, de tradición anglosajona, y el liberalismo regalista, de impronta francesa, diferenciados por su actitud, negativa en el primero, proclive en el segundo, ante el despliegue de los principios fundamentales de la Estatalidad (soberanía y neutralidad). La tesis de Negro Pavón es que desde la Revolución francesa, si bien las bases quedaron establecidas con Thomas Hobbes [1588–1679] ((El autor ha dedicado también importantes monografías al filósofo de Malmesbury : véanse D. Negro, « La imaginación política de Hobbes », en Revista de Estudios Políticos, nº 215, 1977 ; y « Prólogo » a T. Hobbes, Elementos de Derecho natural y político. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1979.)) o incluso antes (nominalismo bajomedieval : Duns Scoto [1268–1308], Guillaume d’Ockham [1285–1349]), el liberalismo predominante ha sido el regalista, lo cual explica (aunque no justifica) el rechazo en bloque de todo liberalismo. [distingue le bon et le mauvais libéralisme, le bon étant l’anglo-saxon…]
Dalmacio Negro, y ello comporta un mérito extraordinario dadas las circunstancias, ha sabido adaptar a los requerimientos del tiempo finisecular el complexio oppositorum de la abstracta doctrina decimonónica, en parte desnaturalizada por su propia dinámica interior. En la profesión intelectual de Negro Pavón, el liberalismo adquiere dos notas características y, a la verdad, raras en los ambientes en los que dicha doctrina es reivindicada : (1) una profunda tensión política, refractaria al ingenuo economicismo que hoy impera. A su juicio, el liberalismo únicamente tiene sentido si es pensado y ejecutado políticamente ; ello exige, en consecuencia, el sobreseimiento de todas las adherencias moralistas ((Aunque se puede deducir de sus escritos de crítica de la cultura, se echa en falta en su obra una crítica sistemática del liberalismo despolitizado a partir de J. Stuart Mill, el gran « desnaturalizador » de esa doctrina. Cfr. J. Molina, « Primat du politique et politique de la culture dans la pensée libéral », en Catholica, nº 83, 2004. )) . También resulta característico de su actitud (2) la hispanización del pensamiento liberal, consecuencia de su modulación según las circunstancias del genio nacional o, en la terminología del barón de Montesquieu [1689–1755], el determinismo del milieu. Trátase, en cualquier caso, de una actitud no declarada expresis verbis. En este sentido, Dalmacio Negro es el autor de una sugestiva historia espiritual del liberalismo español, en la que reivindica la « tradición española del gobierno limitado », sobre el supuesto de que el liberalismo es « la ideología política coherente con el cristianismo en las condiciones del mundo moderno y contemporáneo » ((Véase D. Negro, El liberalismo en España. Madrid, Unión Editorial, 1988, p. 12. En la misma página puede leerse que « esta concepción descansa fundamentalmente en la idea cristiana según la cual todo hombre es libre por su condición de ser creado a imagen y semejanza de Dios y que posee, por ende, a diferencia de los demás seres, una libertad natural ». En otro lugar define el liberalismo como un « temporalismo de raíz medieval » : Lo que Europa debe al cristianismo, p. 201.)) . Ha reconocido, sin embargo, que aquel liberalismo fue « hasta muy entrado el siglo [XIX], una construcción intelectual y bastante literaria, pues ni había muchos liberales ni el pueblo era (políticamente) liberal » ((Véase D. Negro Pavón, « El Estado y los intelectuales españoles en el siglo XX », en Razón Española, nº 124, marzo-abril de 2004, p. 153.))