Cristianismo y descivilización de Europa
El estatismo que hoy impera sugiere que lo público, esfera de la vida humana colectiva constituida en otras épocas por lo religioso y lo eclesiástico, es hoy lo estatal. Las consecuencias del proceso de estatificación de lo público, como Negro Pavón pone de manifiesto, podrán sorprender a más de uno. De entrada, la crisis de lo público eclesiástico, confirmada históricamente por el Estado surgido de la Revolución, es uno de los motivos últimos de la pérdida de la libertad en el mundo contemporáneo. Por otro lado, la expropiación de lo público por el Estado nación da razón de un hecho que, de lo contrario, resultaría inexplicable : la precariedad de la recuperación de la libertad desde la Revolución francesa ((Véase D. Negro, La tradición liberal y el Estado, p. 105.)) . Mas la Iglesia « custodia mal que bien el êthos europeo » ((Véase D. Negro, Lo que Europa debe al cristianismo, p. 81.)) , por lo que cabría preguntarse si no traerá prendida la « privatización » de la religión que esta última « se aparta del Estado deslegitimándolo » ((Véase D. Negro, op. ult. cit., p. 165, nota 119.)) .
Ideas y formas europeas
El horizonte en el que es preciso contemplar estas meditaciones del profesor Negro es el de la posibilidad, hasta la fecha inédita, de una cultura irreligiosa. ¿Estará « el porvenir de Europa en una nueva civilización sin religión » ? ((D. Negro, «¿Qué Europa ? ¿Qué España ? », loc. cit., p. 345.)) ¿Se alterarán hasta ese punto las creencias cristianas, siendo sustituidas por otros modos de instalación vital ? ((Cfr. D. Negro, Lo que Europa debe al Cristianismo, p. 89.)) ¿Qué papel desempeñarán finalmente las iglesias ? ¿Participarán « activamente en la latente lucha por la cultura, que en este caso es también la lucha por la fe cristiana, o se limitarán, como la gran masa, a hacer de espectadores en la contienda que, si la fe cristiana conserva todavía en Europa suficiente vitalidad, probablemente se avecina » ? ((Véase D. Negro, op. ult. cit., p. 191.)) Aun reconociendo que ninguna civilización ha sido ni será jamás, en su plenitud, cristiana, difícilmente podrá dejarse a un lado que durante mucho tiempo la historia de Europa ha sido la historia de sus ideas religiosas ((Véase D. Negro, op. ult. cit., pp. 193 y 86.)) . « La realidad de la decadencia del cristianismo, aunque pueda ser momentánea », no admite discusión. Que ese estado pueda ser reversible todavía después la tribulación (« momento de purga » del cristianismo) o que, eventualmente, pueda subsistir Europa sin religión, aunque deje de ser ella misma, son aporías históricas que el autor se limita a plantear.
Enemigo de las profecías, tal vez considera más eficaz una investigación sistemática sobre los elementos que han configurado el espíritu europeo a través de los siglos. Consecuente con su vocación intelectual, Negro Pavón, sin ánimo exhaustivo, enumera « algunas ideas que, actuando en el subsuelo como ideas-creencias, ideas-madre, han resultado decisivas en la configuración de Europa », hasta el punto de que « sin ellas, su civilización resulta incomprensible al formar parte de sus presupuestos » ((Véase D. Negro, op. ult. cit., p. 195.)) . Aunque en el desarrollo de la III parte de su libro no lo recalca adecuadamente, la distinción postulada entre formas e ideas tiene enorme interés. Así, entre las primeras, el autor señala fundamentalmente tres : la familia, el Estado y la Iglesia. La enumeración de las ideas es más prolija : la religión, la creación, la trascendencia, la infinitud, la Historia, el progreso, la razón, el laicismo, la justicia, la libertad, la igualdad, el trabajo la democracia, la ciencia, la técnica y el optimismo y la dignidad humana. Quedan fuera de su análisis la política como « forma de actividad peculiar que sólo ha prendido en Europa » ((Véase D. Negro, La tradición liberal y el Estado, p. 21.)) , la idea de la representación o formas superiores de la vida europea como la propiedad, el mercado o la Universidad. La ausencia de esta última en el estudio sistemático llama especialmente la atención, pues uno de los presupuestos de la historiografía política de Negro Pavón es precisamente la quiebra de la auctoritas en la modernidad. Siendo la auctoritas un « saber socialmente reconocido » (Á. d’Ors), su reservorio fue durante siglos la Universidad, que ante todo constituyó « una forma de vida » ((También en el caso de la Universidad, que no se entiende en su origen fuera de la matriz eclesiástica, coincide el proceso de su estatificación –aparición de las Universidades estatales o públicas– con la pérdida de su auctoritas. Véase R. Fernández-Carvajal, Tomás de Aquino o la Universidad como forma de vida. Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Murcia, 1993.)) . Otras formas europeas, como por ejemplo el Derecho romano (el ius) y el Imperio (la « vía romana de Europa »), son tratadas bajo la rúbrica de la « cultura grecolatina », bajo la cual se estudia también la metafísica griega.
Por varios conceptos nos encontramos ante un libro importante, prolongación, desde otra perspectiva, de una obra rica en sugerencias. De una forma u otra, la quintaesencia de estas páginas responde a dos tesis fundamentales : que el Estado se ha convertido hoy en la razón fundamental de la descivilización de Europa y que las raíces espirituales de lo que se entiende por « cultura o civilización europea » son constitutivamente cristianas.